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CA, Cine y Arquitectua, Nº 00 - Decorados de Cine: Viaje a la Luna

Como ya os habíamos comentado hace unos meses a través de nuestro Facebook, hemos llegado a un acuerdo con el Periódico CA, Cine y Arquitectura para escribir reportajes que tienen que ver con el interiorismo.

Para los que no la conozcáis, lo edita Producciones Dímelo a mí, S. L., de Ana María Muriel, la directora de FICARQ (Festival de Cine y Arquitectura de Avilés), y lo dirige Ismael Juárez.

 

Aquí os dejamos nuestro reportaje del número inaugural:

 

Cine y Arquitectura CA Número 00

Decorados de cine: Viaje a la luna

Decorados de Cine - Viaje a la Luna

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cine, al igual que la arquitectura, es un arte que engloba a distintas artes. Con la peculiaridad de que la primera nació hace algo más de un siglo y su evolución a lo largo de todos estos años ha llevado consigo el consiguiente desarrollo de todas esas disciplinas que la configuran. De esta forma, a nadie se le escapa que la interpretación de los actores desde las primeras películas ha sufrido una evidente transformación, así como el uso de la cámara y la edición de imágenes, llevando al cine a ser lo que es. Sin embargo, un aspecto importante en la configuración de la gramática y sintaxis cinematográfica a lo largo del siglo XX, y que en muchos casos escapa al análisis más o menos divulgativo, más o menos técnico, es el diseño y construcción de los decorados cinematográficos. Los críticos e historiadores de cine, así como el público cinéfilo en general, olvidan en demasiadas ocasiones que, más allá del director, del guionista o de los actores, que son quienes normalmente reciben toda la atención, el diseño de producción y, en este caso, el diseño de los decorados, han sido y son una parte decisiva en casi cualquier película. El cine en sus inicios estuvo íntimamente unido al teatro. Con profesionales de ese mundo se empezó a nutrir en gran medida el séptimo arte desde finales del siglo XIX. Y como no podía ser de otra forma, los decorados que en aquellas pequeñas grandes producciones se empezaron a diseñar tenían una influencia teatral innegable. A pesar de ello (o tal vez debiera decirse, gracias a ello) me parece oportuno remontarme a los pioneros cinematográficos y, en concreto, a George Méliès y su obra más emblemática “Viaje a la Luna” (1902), para destacar sin complejos estos inicios y, al mismo tiempo, resaltar los primeros aspectos que, en cuanto al diseño de decorados y al de dirección de arte en general, comenzaban a independizar el cine del teatro. En 1897 Méliès funda su primer estudio cinematográfico en Montreuil- sous-Bois que, según qué patria, simpatías y efemérides reconocidas, es considerado el primer estudio de cine de la historia. Eso sí, con permiso de Edison y su Black Mary. El estudio del francés era un edificio compuesto por paneles de cristal que estaba diseñado para aprovechar la luz del sol, ya que Méliès no rodaba con luz artificial. Y es que los generadores con los que contaba no tenían la suficiente potencia. Por ello, este primer (o segundo) estudio cinematográfico de la historia del cine, puede considerarse una fusión entre un teatro y un estudio fotográfico. Yendo a la película, cabe decir que la dirección artística corrió a cargo de una persona llamada Claudel, de quien se conoce sólo el nombre propio y que, por supuesto, no aparecería en los créditos. Claudel trabajaría en esta filme con Méliès. Juntos diseñarían los decorados que posteriormente serían realizados con paneles fijos, pintados como un cuadro. En este sentido hay que destacar que la escenografía de “Viaje a la luna” está inspirada en las ilustraciones de Henri de Montaut, para la novela “De la tierra a la luna” cuyo autor, Julio Verne, había publicado en 1865. Los decorados contaban con paneles móviles y planchas verticales de diferentes tamaños combinadas entre ellas, creando así diferentes tipos de espacios y dando profundidad a las escenas. En realidad eran un calco de los que habitualmente se usa en los teatros, donde el conjunto de elementos ocultan plataformas, escaleras, etc, que dan más realismo y relieve al escenario, situando además en primer plano distintos elementos, como una mesa, un peldaño o una pizarra, para conseguir una mayor profundidad, dotando especialmente a los primeros compases de la película, aunque a toda ella en general, de una perspectiva sensacional. Y es que Méliès se expresa con la conjunción de distintos trucos de cámara y técnicas teatrales muy eficaces. Entre estás últimas, debe hacerse mención a la escena de la aparición de la Tierra en el firmamento y que fue logrado mediante el movimiento del suelo del escenario. Y por supuesto que por lo que Méliès es reconocido también, y que no tiene que ver ni con la audacia de la cámara, ni con sus conocimientos de la escenografía teatral, pero que en muchos sentidos podríamos hilvanarlos con esta última, se encuentran en el diseño de maquetas en muchas de sus películas. Con la ayuda de una de ellas lograría su secuencia posiblemente más recordada y uno de los iconos cinematográficos de todos los tiempos: la secuencia en la que la nave se incrusta en el ojo de la luna. Sin duda, la influencia teatral es más que evidente. También en la interpretación de los actores. No obstante es importante subrayar que, en toda la película, los elementos dinámicos (los actores) y los estáticos (los decorados) confluyen armónicamente, reproduciendo tres dimensiones en dos, y dando una imagen de lejanía sin relieve real. Desde luego, Méliès es un pionero del cine reconocido sin reservas. Aunque actualmente en ocasiones esa mirada que podemos tener sobre una película como “Viaje a luna” pueda llevarnos a ver aquellos decorados como algo primitivo, por estar aún tan emparentados con el teatro, tal vez se nos escape que, incluso con ese nexo teatral aún tan evidente, en realidad aquellos diseños trascendieron lo artesanal y ayudaron a impulsar el desarrollo posterior de la escenografía cinematográfica como un aporte decisivo para elevar el cine a la categoría de arte. Esta afirmación tan categórica puede verse suscrita con las palabras del arquitecto y diseñador de decorados francés, Robert Mallet-Stevens, quien en 1929 escribió: 'El decorado, para ser un buen decorado, debe actuar. Tanto si es realista, expresionista, moderno o histórico, debe desempeñar una función. El decorado debe presentar al personaje antes de que éste aparezca, debe indicar su posición social, sus gustos, sus hábitos, su estilo de vida, su personalidad. Los decorados, al igual que la arquitectura, pueden incluso aspirar a los ideales de las otras artes, a la expresión de sentimientos esenciales de una forma arquitectónica'.

 

Joaquín Camaño Riveiro

Vice-decano del Colegio Oficial de Diseñadores de Interior de Asturias y Miembro del Consejo Europeo de Arquitectos de Interior.

Fotograma de ´Viaje a la Luna´, Georges Méliès 1902

 
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